Los herbicidas han revolucionado el control de las malezas en la agricultura desde la década de 1940 al incrementar la capacidad de los productores para hacer frente a este problema.

Los herbicidas entran dentro de la clasificación de la Organización Mundial de la Salud como productos fitosanitarios; es decir, son sustancias o mezclas de sustancias destinadas a destruir o prevenir la acción de insectos (insecticidas), roedores (rodenticidas), hongos (fungicidas), malezas (herbicidas) y bacterias (antibióticos y bactericidas), entre otros organismos que pueden perjudicar la salud pública o la agricultura.

Los productos fitosanitarios, en general, y los herbicidas, en particular, deben ser  usados dentro de un esquema de buenas prácticas agrícolas. Los herbicidas usados bajo este esquema y como parte de un sistema integrado de manejo de malezas son de uso seguro para el agricultor y de riesgo mínimo para el ambiente.

Cada país cuenta con un registro para los fitosanitarios, y organizaciones internacionales, tales como el Grupo Internacional de Asociaciones Nacionales de Fabricantes de Agroquímicos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de las Naciones Unidas, han elaborado guías detalladas de los datos que necesarios para el registro, incluyendo la toxicología, la posible acumulación en el suelo y en las cadenas alimenticias y los tiempos de su descomposición.  El registro es un proceso regulatorio que tiene como objetivo asegurar que los productos fitosanitarios, usados de acuerdo a las instrucciones de las etiquetas, sean seguros para el usuario, para los organismos no objeto de la aplicación y para el ambiente. Sin embargo, todos son tóxicos en alguna medida y tienen que ser almacenados, manipulados y usados cuidadosamente.

En Argentina, todos los productos fitosanitarios nacionales o importados que se comercializan son registrados en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).

Existen varias clasificaciones, basadas en el espectro de control, el momento de aplicación, el lugar de aplicación,  el movimiento en la planta o el modo de acción:

• Espectro reducido: son herbicidas efectivos para controlar un grupo de malezas.
• Amplio espectro: controlan la mayoría de las especies de malezas.

Momento de aplicación de los herbicidas:

• Presiembra: antes de la siembra del cultivo.
• Preemergencia: después de la siembra y antes de la emergencia del cultivo y de las malezas o antes de la emergencia del cultivo para controlar las malezas que emergen antes que éste.
• Postemergencia: después de la emergencia del cultivo y/o las malezas.

Lugar de aplicación de los herbicidas:

• Sobre el suelo: para controlar las malezas que están germinando o ya han emergido.
• Foliar: directamente en contactos con las hojas de las plantas.

Movimiento (translocación) de los herbicidas:

• No se translocan, actúan por contacto.
• Se mueven de la raíz al tallo.
• Se mueven por toda la planta (herbicidas sistémicos).

Modo de acción de los herbicidas:

• Inhibidores de la síntesis de aminoácidos: actúan sobre enzimas específicas de la maleza para impedir la producción de aminoácidos, fundamentales para su crecimiento y desarrollo.
• Inhibidores del crecimiento de las plántulas: interrumpen el crecimiento de la plántula de maleza. Estos herbicidas se aplican en el suelo.
• Reguladores del crecimiento: causan un crecimiento rápido y descontrolado de las malezas provocando el retorcimiento y la muerte de las plantas.
• Inhibidores de la fotosíntesis: inhiben uno o varios procesos de la fotosíntesis provocando la acumulación de sustancias tóxicas para la maleza y la falta de alimento (hidratos de carbono).
• Inhibidores de la síntesis de lípidos: provocan la detención del crecimiento de las malezas al impedir la síntesis de lípidos necesarios para las membranas celulares.
• Rompen membranas celulares: actúan dentro de la maleza generando compuestos que rompen las células. No se translocan, así que solo causan efecto en el sitio en que entran en contacto con la planta.
• Inhibidores de pigmentos: evitan la producción de sustancias que protegen a las plantas de la destrucción de la clorofila, causando la muerte por inhibición de la fotosíntesis.
• Desconocidos: existen modos de acción aun no estudiados.

El modo de acción se refiere al proceso afectado por el herbicida o a la secuencia de eventos que conducen a la muerte de la planta (por ejemplo inhibición de la síntesis de aminoácidos o de la fotosíntesis). El mecanismo (o sitio) de acción representa el sitio bioquímico con el cual el herbicida interactúa de manera específica. Por ejemplo, dentro del modo de acción “inhibidores de la síntesis de aminoácidos” se encuentran herbicidas que inhiben a la enzima Acetolactato Sintetasa (ALS) y otro, como el Glifosato, que inhibe la enzima EPSPS.

Dentro de la diversidad que existe en las poblaciones de malezas, es esperable encontrar plantas naturalmente resistentes a algún herbicida. Estas se visualizan porque sobreviven (con mayor o menor dificultad) luego de la aplicación del herbicida, cuando la gran mayoría de las plantas de su especie no lo hacen. Además de sobrevivir, las malezas resistentes se reproducen y dejan descendencia también resistente al mismo herbicida.

Porque requiere cambios en las prácticas de manejo del cultivo y de las malezas, reduce las opciones disponibles de herbicidas y puede afectar al rendimiento.

El uso repetido del mismo herbicida o herbicidas con el mismo modo de acción sin la aplicación simultánea de otros métodos de manejo integrado de malezas. Esto somete a las malezas a una mayor presión de selección que puede conducir a un aumento del número de individuos resistentes.

La mayoría de los herbicidas comercializados actualmente han seleccionado algún tipo de maleza resistente.

Es la estrategia de control de malezas que considera el uso de todas las técnicas disponibles. Estas incluyen medidas preventivas, monitoreo, rotación de cultivos, sistemas de labranza, rotación de herbicidas, mezcla de herbicidas y control biológico, entre otras.

Un manejo integrado de malezas incluye entre sus componentes destacados:

Prevención de la dispersión de malezas:

Limpieza de las herramientas, maquinarias, vehículos, así como también áreas no cultivadas (caminos, tranqueras y alambrados).

Siembra de semilla de buena calidad, de origen conocido y libre de propágulos de malezas. El uso de semilla certificada permite cumplir con esta premisa.

Monitoreo de malezas:

Permite identificar las malezas presentes para, luego, definir qué herbicidas son los más adecuados para el manejo de las comunidades presentes en cada lote, definir la presión de las malezas, conocer la situación histórica de malezas, determinar cuáles son los sectores más problemáticos, identificar los escapes para eliminarlos y evitar su propagación.

Control cultural:

La rotación de cultivos es una de las prácticas más importantes porque que permite diversificar los modos de acción de los herbicidas empleados y el mejor aprovechamiento de los recursos (agua, luz y nutrientes), favoreciendo así el efecto de la competencia del cultivo sobre la maleza. El monocultivo, por el contrario, incrementa la presión de selección sobre las poblaciones y comunidades de malezas.

La labranza aplicada estratégicamente para reducir las poblaciones de malezas.

La quema fue alguna vez una práctica común para el control de malezas en muchos sistemas agrícolas. Sin embargo, ya no es frecuente porque tiene muchas desventajas, incluyendo la contaminación del aire, la eliminación de materia orgánica y la erosión del suelo.

Algunos cultivos producen compuestos químicos que son exudados desde sus raíces o rastrojos y que inhiben la germinación y/o el crecimiento de malezas de semillas pequeñas (alelopatía).

Control biológico:

Insectos, nematodos, hongos, virus, aves y mamíferos son utilizados como agentes de control biológico de malezas. Hasta ahora, el control biológico más exitoso ha sido el uso de insectos.

Elección de los herbicidas:

La rotación de herbicidas con distintos modos de acción incrementa la diversidad dentro del programa de control de malezas.

Combinaciones de herbicidas con distintos modos de acción para controlar las especies con mayor riesgo de manifestar resistencia, evitando repetir en un mismo año, un tratamiento herbicida simple.

La tecnología apropiada, la dosis correcta y el momento oportuno de aplicación de los herbicidas logran el máximo impacto sobre las malezas con la mínima exposición del medio al herbicida.

Los cultivos genéticamente modificados tolerantes a herbicidas constituyen un paquete tecnológico que incluye el herbicida asociado y han demostrado ser una herramienta eficiente en el control de malezas. Si estos no son incluídos dentro de un esquema de manejo integrado de malezas (rotación de cultivos, rotación de modos de acción, etc.) se corre el riesgo de seleccionar malezas resistentes.